La necesidad de tener una despensa propia para mis productos de
macrobiótica me hizo buscar un lugar en la cocina.
No se me ocurrió mejor sitio que el escobero. Me diseñaron las
cajoneras y…¡voila! Esta es mi despensa. Cómoda, de fácil localización de los productos
porque están clasificados por cajones y muy cercana a mis fogones.
Lo mismo me sucede en el frigorífico. En casa yo soy la única
macrobiótica aunque, poco a poco, algún miembro se va uniendo a esta gran
aventura (mi marido cena sopa miso conmigo todas las noches) y no me gustaba
ver mi miso junto con un salchichón o chorizo. Por esta razón, el frigorífico
también está repartido por baldas: dos para la macrobiótica y dos para el
resto.
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